Me aceptaste como un cero izquierdo,
y sin valor. Me peleaste, sin nada a tu
favor con la suavidad con la que se
mueve un rumor. Como el paso de un
anciano, con paciencia de artesano, me
salvaste. Suavecito: fuiste casi
imperceptible; sin prisas, de a poquito..
colocaste tu bandera inamovible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario