lunes, 14 de junio de 2010


Llueve.. y es la lluvia una de las cosas que más me hace extrañarte. Quizás era la compañía o el saberte cerca lo que perfumaba mis mañanas, no importa si afuera se caía el mundo: a tu lado me sentía segura. Fue poco el tiempo y muchos los problemas.. Incontables las sonrisas, imparables las lágrimas.. e imperdonable el error. Un error que juega con la culpa, una culpa que juega con el sentimiento y un sentimiento que, inútilmente, intenta reanimar un corazón. Agotada me ves, mil sonrisas se quedaron sin pies, estancadas en un pozo ni dónde el más valiente se animaría a sobrevivir: la soledad. Una soledad provocada, buscada.. una soledad inconsolable. Hoy llueve, y parece que fue ayer cuando pensé que había perdido el miedo a la tormenta.. A la tormenta o a todo lo que viene con ella.
No es culpa de la lluvia, claro.. Sólo que sería diferente si estuvieras aquí, si los problemas no existieran.. si ambos estuviéramos curados de nuestros propios errores.

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