viernes, 14 de octubre de 2011


Hasta entonces nunca me habían aterrado de esta forma los aeropuertos. Llename de abrazos, llename de besos, creo que anunciaron tu vuelo. Y entre lagrimas tu figura es devorada por la gente, y una fiera maloliente clava en mi alma sus afilados dientes. Sus afilados dientes. Quedo con el sabor metalico de la soledad y deshojo el calendario. Tengo miedo, tengo frio y dudo, y hago repaso. Fugaz e indeterminado, como un sueño ha comenzado esta historia y no se, en verdad, si fue real. Quien me iba a decir que te iba a encontrar una noche casual, yo ejerciendo de torpe sentimental. 
"¿Que haces aqui? A punto estaba de marcharme,
 que bueno es encontrarte". Y tu y yo inmóviles, y en torno a nosotros giraban colores, pasaban horas, rostros. Pasaban horas, rostros. Pero nada de esto era importante, "asi que hablame de ti y no pares". Apenas te dejaba la musica con su metralla. "Cuentame cómo era todo antes". Aunque seriamente dudo si en verdad hubo un antes, sólo recuerdo bien, con nitidez, que hubo un despues. Entre empujones, entre la gente, me acerco torpemente con taquicardia adolescente, en aquel bar donde no entra ni un rayo de luz, se que fuera, se que fuera amanece. Se que fuera amanece. Nuevos reencuentros, nuevas confesiones, y de repente me veo perdido en un aeropuerto, con las pesadillas que dia a dia me acompañan, cotidianas, con las que me atormento: A que son bailan tus caderas, que sudores te alimentan, tengo tanto miedo de que olvides el camino de regreso, el camino de regreso.

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