viernes, 4 de noviembre de 2011




Me traje esta soledad que es la de no estar solo,
la que se invita sola a sentar en mi mesa.
La que sienta cabeza, la que duele en los huesos.
La que nunca me besa, pero me llena de besos.
Este "aca nomás", a nueve horas de casa,
que siempre se me pasa por querer ir sin frenos.
Este más sin un menos, este ramo de espinas
que no llega ni siquiera a la esquina.
Pero me encantó tu pueblo y tu boca estrellada.
Tu sonrisa iluminada y tus brazos abiertos.
Tu sueño despierto y tu yerba lavada.
Y verte, más que nada..

(...Convídame un matecito más, después nos vamos a ver el cielo.
Y, si me animo, te cuento cuánto, CUÁNTO me gustás.)

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