jueves, 29 de enero de 2009

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Tú me dices, yo te digo.. Y así empieza nuestra guerra cotidiana. Yo me armo de adjetivos, tú conjugas el peor de mis pasados. Y te apunto donde duele, y te acuerdo el peor de tus pecados. Tú reviras la ofensiva y disparas donde sabes que haces daño. Y en el campo de batalla quedan muertos los minutos que perdemos. Tú me dices, yo te digo.. y así acaba nuestra guerra cotidiana ; esta guerra sin cuartel, que nadie gana. ¿Por qué hablamos, y no usamos ese tiempo en darnos besos? En pintarnos con las manos las caricias que queremos, y que no nos damos, porque siempre hablamos ; de lo tuyo y de lo mío, del pasado y los culpables, mientras muere otro minuto porque hablamos. Ya te dije que no es cierto, ya dijiste que tú no eres lo que digo. Nadie cree, nadie acepta ; cada quien defiende su utopía y el fantasma de la duda se abre paso en la frontera del futuro, y el presente moribundo se consuela con lo poco que nos queda. Y te quiero y me quieres, pero somos más idiotas que sensatos ; y aparece otro día, y nos van quedando llagas incurables de esta maldita enfermedad de hablar de más !

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