miércoles, 23 de septiembre de 2009

Soledad

La princesa, encerrada en su silencio, había renunciado al amor. Su corazón seguía latiendo, pero alrededor de él había una fina capa de cristal que nadie podría atravesar sin herir de muerte a la princesa. Ya ni se acordaba de cómo había ido surgiendo esa urna cristalina, ¿Fue acaso por un maleficio? La princesa ya no llora; utiliza las lágrimas que jamás saldrán fuera para crear una capa de cristal que la proteja del amor. La princesa ya no llora, pero sigue sufriendo. Ella no fue siempre una princesa, era algo que anhelaba con todas sus fuerzas: siempre fue triste y sola, tenía mucho para dar, pero nadie que lo quisiera. Tenía unos ojos llenos de vida, rodeada de gente que la amaba, pero ella no podía ver nada de eso, estaba cegada por la vanidad y la perfección. Quería ser amada, quería ser hermosa: quería ser una princesa sin darse cuenta que ya lo era. Se fue quedando sola, y así le gustaba estar, dejó de caminar para flotar hacia sus sueños, sin darse cuenta de que estos se desvanecían en el aire. La princesa se ha cosido los labios, se ha atado las manos; mientras se mira en el espejo, le duele, pero no lo suficiente. Nunca nadie le dijo lo difícil que era ser princesa...lo mucho que pesaba la corona. Cierra la puerta, no quiere ver a nadie, no quiere que nadie la vea. Bajo el maquillaje la princesa deja ver las cicatrices de su perfección, con la piel pálida de un color blanco enfermizo. ¿Han desaparecido las mejillas sonrosadas, los ojos pardos y la mirada vacía? ¿Dónde están los destellos de luz?, Los labios secos y descoloridos.. ¿Qué pasó con esos que brillaban color encendido?
La princesa está muriendo frente al espejo...

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