miércoles, 23 de diciembre de 2009

El cuarto de al lado.

Mi "superyo" ya consagrado se masturbaba aquella noche, en que los viejos me contaban que inminente era tu llegada. Te maldije. Los maldije, pues maldije a todo el mundo. Yo era un niño, cerdo inmundo; tú eras brillo, tú eras sol, eras un dije. Y hoy me encuentro ante la deuda más hermosa, que es hacerte una canción. Que es la dueña de la acción más jubilosa, que es robarte la atención. Para decirte que es tu abrazo, el que me hace sentir vivo. Tu sonrisa el dispositivo que ejecuta mi entusiasmo. Tendrías que irte enterando que no hay goce semejante, que tu corazón gigante se acueste en el cuarto de al lado. Que risueña, triste o chinchuda: tenerte cerca me ayuda. Porque pa’ mí ha de ser perfecto que seas la hija de mis viejos. Y si grito que te amo, es un grito enroscado porque siento que miento y subestimo lo que siento. Y hoy me encuentro ante la deuda más hermosa, que es hacerte una canción. Que es la dueña de la acción más jubilosa, que es robarte la atención. Para decirte que es tu abrazo, el que me hace sentir vivo. Tu sonrisa el dispositivo dispositivo que ejecuta mi entusiasmo.

       

No hay comentarios:

Publicar un comentario